jueves, 4 de julio de 2013
La activación de una nueva zona de destrucción de la corteza terrestre al oeste de Galicia y Portugal cerrará el océano y acercará Europa a Norteamérica
Si aún queda alguien por aquí dentro de 220 millones de años, EE.UU. estará mucho más cerca de la Península Ibérica. Suena a eslogan de una agencia de viajes, pero es literal: para entonces, si las previsiones del geólogo portugués Joao Duarte se cumplen, Iberia y Norteamérica se aproximarán, y lo que hoy conocemos como océano Atlántico será un recuerdo tan antiguo como para nosotros lo son los dinosaurios del Jurásico. El mapamundi que conocemos no es más que la foto del instante geológico en que nos ha tocado vivir. Todo escolar aprende que la corteza terrestre está dividida en placas tectónicas que derivan sobre el manto, la capa inferior, y que estas láminas, tan delgadas a escala como la nata que flota en el café con leche, se crean y se destruyen, formando supercontinentes que luego se fragmentan y se separan. Las fronteras entre dos placas donde una se sumerge bajo la otra y se recicla se llaman zonas de subducción.
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