viernes, 29 de septiembre de 2017
Hablar de lo que no se sabe.
El método científico es la técnica de la cual se valen los investigadores para poder estudiar a fondo los fenómenos de la naturaleza y así poder establecer patrones; éste se desarrolla bajo ciertas condiciones controladas que facilitan la obtención de datos concretos que dan como resultado hipótesis que tienen que ser verificadas, a fin de cuentas con el mismo método, los mismos datos y en donde el resultado debe ser cercano a el mismo; si el resultado varía mucho utilizando el mismo método, entonces hay algo que no funciona; por tal motivo éste se tiene que repetir varias veces para ver hacia donde “tiende el resultado”.
El uso de grupos de control y grupos de prueba son otros elementos que aseguran la solidez y la fiabilidad en los resultados de un experimento realizado con base en el método científico.
Desde esta perspectiva, el estudio de los fenómenos naturales, como los terremotos, los tsunamis y las erupciones volcánicas se complica por obvias razones, para empezar son fenómenos impredecibles, lo que dificulta la presencia en el lugar y momento exacto donde se manifiestan, de lo cual deriva la poca recolección de datos que se pueden acumular para definir una hipótesis sustentada en dichos datos; son igualmente fenómenos irrepetibles en magnitud y ubicación, lo cual varía las condiciones de ocurrencia de los mismos; son igualmente peligrosos, lo que dificulta una observación directa del mismo sin poner en riesgo la propia vida.
Además de estas consideraciones debemos tomar en cuenta que no es posible acondicionar un espacio aislado para el estudio de dichas manifestaciones de la naturaleza, a pesar de todas estas adversidades los científicos han podido desarrollar instrumentos que ayudan a la población civil a estar en alerta ante los efectos de estos fenómenos, pero por las mismas circunstancias adversas en su estudio reconocen la falta de datos en los mismos y ningún científico que tome en serio su trabajo de años de datos acumulados sería capaz de afirmar que han llegado al punto de poder predecirlo.
Charlatanes y oportunistas con el afán de protagonismos creen que pueden interpretar una serie de aciertos aleatorios como una capacidad innata de interpretar (no de conocer o de saber) aquello que los especialistas no se atreven a decir o afirmar con la consciencia de sus limitantes, y encima de todo los acusan de negligentes y de guardarse información para “sus propios intereses” buscando generar desconfianza en la población en general.
El conocimiento científico ha requerido de años de trabajo para acumular información que sea en verdad útil y aquellos que desconocen su funcionamiento y acusan a aquellos que sí lo tienen, deberían estar censurados en su capacidad de hablar y difundir aquello de lo que claramente desconocen.
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